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Probar algo nuevo en RAS

Probar algo nuevo en RAS

Después de leer la editorial escrita por Jean Ko Din en la última publicación de RASTECH (www.rastechmagazine.com), que bajo el título de «Try something new» nos presenta cómo todavía hoy el concepto de RAS y lo que representa esta tecnología sigue siendo desconocida en gran parte del mundo, veo la importancia de explicar aquello que, efectivamente, intenta ser diferente, intenta ver cómo proponer algo nuevo en esta aproximación tecnológica.

Cada vez vemos como es posible diseñar, construir y hacer funcionar sistemas RAS que ya superan las 5.000 toneladas. Para el conocedor de la técnica que hay detrás, puede definirse este logro como algo de una extrema complejidad. Los sistemas biológicos tienen una inercia incremental que no responde a la lógica aritmética, sino que tiene que ver con la interacción de los sistemas vivos y de cómo se adaptan a condiciones que escapan de lo que podemos considerar un estándar natural.

En un sistema RAS de más de 5.000 toneladas la biomasa bacteriana, lo que compone toda la microbiota del sistema, tiene un peso tan extraordinario que hace que el cultivo de animales deba ser complementario al del cultivo bacteriano. Estos procesos biológicos están tan interaccionados que no es posible independizarlos, forman una parte inseparable dels sistema.

No es sólo la parte que está implícitamente asociada a los biofiltros, también está toda la que se asocia a las infraestructuras como tuberías, tanques, sistemas de filtración y, por supuesto, al agua existente en el sistema y la propia biota de los animales, que no son sólo los peces, hay muchos más organismos en los sistemas RAS, muchos más de los que imaginamos.

Es tan importante que su trascendencia ha hecho que aparezca una nueva forma de entender cómo se relaciona n estos sistemas dentro de un gran teatro de operaciones como son los sistemas RAS. La microbiota está compuesta por ese popurrí de microorganismos que es habitual encontrar en los sistemas: bacterias, protozoos, hongos, algas, virus… que conviven y generan una interacción cambiante. Pero no podemos olvidar que hay que sumar el efecto de los elementos estructurales de la microbiota como las proteínas, lípidos, polisacáridos y elementos procedents de los ácidos nucléicos, y los metabolitos que se generan que están directamente relacionados con las condiciones medioambientales. Todo esto conforma el microbioma.

Si en los entornos marinos el modelo ya es complejo, por ejemplo podemos ver la propuesta de Apprill A. Marine Animal Microbiomes: Toward Understanding Host–Microbiome Interactions in a Changing Ocean. Frontiers in Marine Science. 2017;4:222.

No es difícil imaginar la complejidad cuando además quieres interactuar específicamente en uno de los componentes de gran ecosistema que es un RAS para controlar el efecto de un antibiótico, o cómo controlar una infección, o ensayar la eficacia de una vacuna, o gestionar la reproducción de una nueva especie, o asociar un RAS a un sistema hidropónico para generar modelos aquapónicos, por ejemplo.

Entender este complejo teatro de operaciones y cómo interactúan las comunidades que lo constituyen, es una de las principales líneas de investigación que desarrollamos en nuestros sistemas IRTAmar. Y es por ese motivo por que que siempre estamos probando algo nuevo como ya describimos en un post anterior: «Un dia en la vida de un RAS de nueva generación«.

Y es por eso que, hoy, ya estamos pensando en probar algo nuevo. Próximamente lo presentaremos. Un avance: sondas neuromórficas y redes de IA.

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